Asfixia de raíces

El estrés hídrico se manifiesta de varias formas en los cultivos de ensaladas. Pueden ser muy ocasionales , por ejemplo después de fuertes lluvias, rotura de tuberías de riego, agua más o menos sumergiendo un cultivo o acumulándose en áreas que forman una cuenca. Las plantas que han experimentado tal estrés hídrico en sus raíces a menudo se marchitan repentinamente. Su hoja se vuelve más o menos amarilla y se seca más tarde (Figura 1). Cuando la retención de agua se ha prolongado y estamos ante un suelo pesado, las plantas pueden marchitarse y necrosarse por completo.

El estrés hídrico puede involuntariamente repetirse en un cultivo de ensalada. Este es el caso, por ejemplo, cuando un productor no controla bien el riego de las plantas y tiende a añadir demasiada agua a cada riego. Esta sucesión de asfixia radicular también conduce a la aparición de los síntomas descritos anteriormente. En este caso, pueden ir precedidos de un crecimiento reducido de la ensalada (Figura 2). Esta situación también se encontrará, pero de manera más local, en ciertas parcelas que contienen áreas con suelo más pesado o en pozos.

A las ensaladas les resulta difícil tener su sistema de raíces completamente sumergido durante mucho tiempo. En esta situación, carece de oxígeno y, por tanto, se encuentra en estado de asfixia. Sigue una destrucción más o menos importante de las raíces, que está en el origen del marchitamiento. Este fenómeno telúrico se vería amplificado por la proliferación de microorganismos anaeróbicos que contribuirían a la desnaturalización de las raíces.

En general, se observa un daño significativo en parcelas con mal drenaje y suelos pesados ​​y durante un período de clima cálido que favorece a los microorganismos anaeróbicos y acelera la transpiración de las plantas y por lo tanto el marchitamiento. En las parcelas donde se produce la asfixia, el suelo debe drenarse y la lechuga debe plantarse en colinas relativamente altas.